
En los bancos del lago Okanagan
Raymundo niega con la cabeza respondiendo a la pregunta cuando es traducida, pero a su derecha, Netali suelta una risilla y grita “¡Chiquito! ¡Es pequeño, como un Pitufo!” El grupo ríe y Raymundo lo toma todo con calma. Les preguntan a los hombres si se han otorgado apodos entre ellos en el tiempo en que han trabajado en los viñedos en Kelowna, Columbia Británica.
Raymundo es ligero y quizás más bajito que los otros cuatro, pero definitivamente no parece un Pitufo. Sus acompañantes lo molestan. Netali revela que su familia lo llama El Cuco desde que era un niño. Esto incita otra carcajada.
Cinco hombres están reunidos alrededor de una mesa redonda de acero con un techo en forma de sombrilla de playa, la pintura verde desteñida pelándose en el sol de la tarde de agosto.
El lago Okanagan brilla detrás de ellos, y las nubes sofocantes del humo de los incendios forestales de los dos meses pasados se han disipado al fin, aunque uno todavía puede ver uno que otro incendio en las colinas a lo lejos.
Los hombres han caminado cinco minutos desde el viñedo, su lugar de trabajo y hogar por los pasados seis meses y por los próximos dos. Ocho meses en total en Canadá. Ocho meses lejos de sus familias en México. Javier, nuestro intérprete, apila cajas de pizza y Coca Colas sobre la mesa, seguro de que la comida y las bebidas van a ser un deleite bien recibido. Los hombres sacrifican varias horas de su preciado tiempo libre para conocer a un extraño, para compartir sus experiencias vividas. Los refrigerios son tan sólo un pequeño gesto de gratitud.

El Programa Estacional de Trabajo Agrícola de Canadá
Una sub-corriente dentro del Programa del Trabajador Temporal Extranjero (TFWP sus siglas en inglés), llamada “Programa Estacional de Trabajo Agrícola de Canadá” (SAWP), trajo 50,126 trabajadores extranjeros en la industria agrícola en 2020, de acuerdo con Statistics Canada. La Federación Canadiense de Agricultura considera a los “trabajadores internacionales como esenciales para la producción de comida en Canadá [y] el programa cuenta con trabajadores entrenados y experimentados que apoyan el éxito y la calidad del suministro de comida en Canadá.”
A pesar de que los trabajadores vienen del resto del mundo, casi la mitad de los trabajadores estacionales internacionales vienen de México, y otro treinta y cuatro por ciento del total vienen de Guatemala y Jamaica. Detrás de Ontario y Quebec, respectivamente, Columbia Británica alberga el tercer mayor número de trabajadores agrícolas internacionales. El verano pasado, en el fértil Valle Okanagan en particular, miles de trabajadores fueron contratados para cosechar cerezas durante julio y agosto, alimentando la demanda del mercado nacional e internacional. El noventa y cinco por ciento de las cerezas de Canadá son cosechadas en Columbia Británica.

La pendiente tostada
Cambiando a la huerta por los viñedos, Raymundo, Netali, Gerónimo, Cornelio, y Alberto pasan sus días recolectando y procesando uvas desde las cinco de la mañana hasta las dos de la tarde. Cuando les preguntan más acerca de su trabajo, Raymundo y Netali, ambos nativos de Oaxaca, México, admiten tener un profundo entendimiento y amplia experiencia en la mayoría de los aspectos del proceso de cosecha. Con más de cuatro años de experiencia, cada uno trabajando para el mismo patrón, se sienten muy seguros de sus conocimientos y habilidades. La mención de que algún día ellos puedan poseer su propio viñedo o vinería es tan fantástico para imaginar, ambos hombres suben la cabeza riéndose a carcajadas ante esa idea.
La realidad es que estos hombres son, mayormente, contratados y tratados como obreros, dando todo su esfuerzo físico en el sol quemante y respirando el humo de los incendios forestales de la temporada de cosecha. En la cúspide del “domo caliente”, una honda calurosa de Columbia Británica en junio del 2021, la cual se cree que ha causado cientos de muertes, su patrón tuvo que apartar a los trabajadores del campo debido a las condiciones extenuantes.
La realidad climática actual hace su trabajo diario aún más complicado e incómodo, incluyendo la necesidad de usar cubre bocas para protegerse no sólo del COVID-19, pero del aire contaminado de humo. Las máscaras son sofocantes, y para Netali, el humo es secundario al calor opresivo: sufro más cuando hace mucho calor. Me sofoco.
A pesar de que son trabajadores esenciales, en agricultura en este caso, Raymundo no siente que su contribución es valorada por la gran comunidad. Esto se debe parcialmente a que los trabajadores agrícolas casi siempre viven y trabajan muy lejos del corazón de la comunidad o del pueblo, y también porque ellos piensan que el trabajo que realizan no es visible, sus caras no se muestran en las campañas de Buy BC o los sitios de internet de las vinerías. Ellos para nada están familiarizados con Buy BC, ni con los carteles coloridos de los supermercados, Raymundo dice que no se trata de reconocimiento público, pero le molesta que los visitantes, los turistas, ven los campos y sus guías de viaje les dicen que el trabajo ya está hecho, pero nunca se acercan a ver o conocer a los trabajadores realmente, cara a cara. A pesar de todo, los hombres se enorgullecen de su trabajo en el viñedo, pero el no ser reconocidos como una parte crítica del producto final, a veces los hace sentir “no bueno.”

En aislamiento
Excepto el nativo de Tonalá, Alberto, 37, el cual está trabajando su primer trabajo canadiense, para los demás este trabajo, como se dice, no es su primer rodeo, o su primera huerta o su primer invernadero. Raymundo, 34, comenzó su tour de Canadá en Quebec, un camino compartido por el resto del grupo. Después de dos años recolectando manzanas en Quebec, Raymundo se transfirió a un invernadero de floricultura en Ontario, el cual finalmente se vendió. Generalmente, los trabajadores agrícolas internacionales obtienen un contrato inicial de tres años, y finalizado, pueden solicitar un cambio de patrón o región. Raymundo ha trabajado por las últimas cuatro temporadas en Columbia Británica. Cornelio, 50, de Tizayuca, describe su primer trabajo canadiense en Ontario empacando jitomate como una buena experiencia. Gerónimo, 31, de Veracruz, pasó tres años recolectando fresas en Quebec antes de unirse al grupo de Kelowna. Él no disfrutó mucho la cosecha de fresas, era mucho estar de rodillas, pero menciona estar contento en el viñedo: está tranquilo.
Para Gerónimo, sentirse contento no es algo insignificante; dedican la mayor parte de su vida al trabajo y al lugar de trabajo aquí en Canadá durante ocho meses de cada año.
Ellos van a hacer las compras de supermercado en sus días libres, y ocasionalmente juegan partidos de fútbol con trabajadores de otros ranchos, pero están lejos del centro del pueblo y están separados (hasta arriba del cerro) en cualquier manera significativa de la comunidad que su trabajo apoya.
Siempre ha sido de esta manera, los hombres no cuestionan el aislamiento y genuinamente parecen preferir el arreglo que ha sido manejado por políticas, realidades geográficas, y consideraciones económicas. Sin embargo, hay rupturas en el sistema que no sólo dejan a los trabajadores vulnerables, pero también anula las oportunidades de avance y conexión que pueden beneficiar a los trabajadores, a la comunidad que los hospeda, y a Canadá.

Ni vistos, ni oídos
Un gran obstáculo para hacer conexiones y relaciones con la comunidad es la barrera del lenguaje, un desafío que empeora con la separación geográfica. Los hombres describen sus habilidades en el inglés como limitadas (poquito, poquito!), pero es obvio que entienden mucho más de lo que deciden hablar. No obstante, en esta situación, incluso después de haber trabajado y vivido en Canadá por muchas temporadas, aún no se sienten seguros comunicándose en inglés. Gerónimo reconoce que para aprender el idioma se requiere práctica, algo que este grupo de mexicanos no puede lograr en Canadá porque todo el tiempo están juntos.
Esta falta de habilidad, o falta de necesidad real o percibida de aprender inglés no necesariamente afecta el trabajo del grupo o su calidad de vida, pero si puede contribuir a inequidad que no siempre es obvia o predecible.
Raymundo y Javier cuentan de una visita a una clínica local después de que Raymundo se lastimara su hombro en el trabajo. Después de que le dijeran que esperara en el estacionamiento, la asistente de la oficina médica eventualmente salió para decirles que la clínica atendería a los residentes y ciudadanos primero. Sorprendidos y enojados, los dos hombres se fueron sin que Raymundo recibiera el tratamiento necesario, a pesar de necesitarlo. Tal vez Raymundo hubiera recibido el mismo trato discriminatorio a pesar de poder defenderse a si mismo en inglés, pero pudo haber sido un factor determinante en el mal trato que recibió por haber sido etiquetado como el “otro.” Raymundo cuenta esto como otro ejemplo de no sentirse parte de la comunidad: “no nos sentimos acoplados a una comunidad con los canadienses”. Su lesión sigue sin tratar.
Este desapego puede hacer que los patrones den menos apoyo, y ser mas negligentes a las necesidades y derechos básicos de los trabajadores agrícolas porque ellos asumen que los trabajadores no tienen la capacidad o los recursos para llevar a cabo sus quejas o abogar por si mismos. Javier comparte una historia de otro rancho en la región que no tienen refrigeradores que sirvan, ni aire acondicionado.
En junio 2021, Kelowna vio las más altas temperaturas de la historia, el día más caluroso llegó a los 45.7ºC. Los patrones sostienen la balanza de poder en distintas maneras incluyendo el hecho de que el contrato de cada trabajador en Canadá es contingente de que el patrón emita una invitación año con año. Mientras que las historias de Kelowna son meramente anecdóticas, los grupos de la defensa de los derechos de los trabajadores migrantes han documentado abusos de patrones hacia el trabajador, y violaciones de derechos humanos alrededor de Canadá, incluyendo aquellos en el sector agricultor.
El Migrant Rights Network en migrantrights.ca es una de esas organizaciones que, entre otras prioridades criticas, apoya el cambio de políticas que crean un camino para que todos los trabajadores migrantes puedan aplicar para un status de residencia permanente “inmediato, independientemente y permanentemente sin depender del patrocinio o de la buena voluntad del patrón o de agencias independientes.” El arreglo del empleo para los trabajadores agrícolas internacionales es coordinado a nivel federal y es diseñador para que sea permanentemente `temporal,’ borrando la posibilidad de que los trabajadores no puedan hacer la transición a residente permanente de Canadá. Esto parece algo realmente injusto y miope.

¿Caminos a la prosperidad?
A pesar de que la primavera pasada el gobierno federal abrió un nuevo y temporal camino para residencia permanente que incluye a los trabajadores agrícolas esenciales, el Migrant Rights Network notó que era una “ventana a corto plazo para miles de migrantes que podían cumplir con los criterios requeridos, pero [mantuvo] intactos los fundamentos del sistema de inmigración donde cientos de miles son explotados.” Se estima que hay alrededor de 450,000 trabajadores migrantes en Canadá.
El programa se cerró en tan solo dos meses, aparentemente porque alcanzo su límite de 90,000 aplicaciones para todos los rubros. Aparte de carga significativa de los costos, y el método del primero que llegue es el primero que se lo lleva, las exigencias de aplicación que excluían a muchos trabajadores agrícolas incluían requerimientos de lenguaje y un mínimo de experiencia laboral. Los trabajadores agrícolas indocumentados y refugiados no eran elegibles.
El llamado para “Estatus para Todos” del Consejo Canadiense para Refugiados aún no trae el cambio deseado de “apartarnos de tratar a los recién llegados como desechables como lo hemos estado haciendo por seguir utilizando labor precario y temporal para llenar puestos de largo plazo.
Las compensaciones
A pesar de las múltiples maneras en lasque los trabajadores y sus aliados creen que el gobierno canadiense les ha fallado, los cinco hombres tomando Coca Cola a la orilla del lago alrededor de una mesa verde creen que trabajar en Canadá es mejor que trabajar en Estados Unidos, un camino temporal para algunos de los trabajadores presentes y una decisión común de sus compatriotas. Pero a diferencia de Canadá, históricamente la representación del “trabajador de campo” en los Estados Unidos es del inmigrante indocumentado. De los extranjeros nacidos fuera de los Estados Unidos, aproximadamente el “49% no tiene un estatus de inmigración autorizado acorde a la ley estadounidense actual,” basado en información de la organización sin fines de lucro Farmworker Justice.
Por esta razón, para Netali, trabajar en Estados Unidos es una proposición riesgosa. La paga puede ser más alta y hay una comunidad de mexicanos mucho más establecida en el trabajo agrícola americano, pero Netali dice, sin una autorización legal, uno paga muchísimo dinero para cruzar la frontera. Más importante para Netali, un padre de cuatro, es que él puede regresar a casa al final de la temporada para estar con su familia, algo que no sería posible en los Estados Unidos.
Netali agrega que él está más seguro y tranquilo aquí en Canadá, y no está permanentemente nervioso de ser detenido por migración.

Buenos amigos
Raymundo, Netali, Gerónimo, Cornelio y Alberto (quienes comparten una casa en la vinería) interactúan y se mueven juntos como viejos amigos o hermanos queridos.
Cómodos de posar juntos para las fotos y molestándose cuando se toman los retratos individuales (especialmente con Gerónimo, quien es muy penoso y se agacha cuando la cámara está enfrente de él), dan la impresión de haber formado lazos de confianza y afección genuina entre ellos. Sus personalidades distintas parece que hacen buen balance grupal y Netali confirma que son buenos amigos y camaradas, agregando que es importante estar a gusto.
La camarería incluye a Javier, el soporte que vive en Kelowna, quien trabaja para KCR Community Resources (KCR), pero usualmente esta apoyando a los trabajadores agrícolas locales en su tiempo de óseo. En este día, él actúa como un intérprete, pero otros días él es un chofer de taxi, mediador, banquero, o amigo “lo que sea que se necesite para apoyar a los trabajadores, por quienes el siente mucha afinidad y responsabilidad”.
Javier Robles Caraccioli nació en San Pedro Sula, Honduras. Farmacéutico con más de quince años de experiencia, Javier tomó el puesto de “Soporte y divulgación para el trabajador migrante” en KCR en el 2019, después de mudarse a Canadá en el 2015. Javier hace lo que sea por los trabajadores aquí en Kelowna, incluso es en enlace con el consulado general de México en Vancouver cuando la situación lo amerita. Javier describe esa relación como un balance delicado de abogacía y diplomacia, siempre conservando una amplia visión, pero manteniendo las necesidades y derechos de los trabajadores al frente.

No te preocupes, sé feliz
La realidad, o parte de ella es que los trabajadores están aquí para mantener a sus familias en México. Esa es su única misión. Preguntas acerca de sus familias desatan respuestas agridulces. Todos los del grupo son padres, aunque los hijos de Cornelio ya son adultos. Netali describe su familia como pequeña, tiene tres hijas y un hijo (un reflejo de sus propios hermanos). Fue el cumpleaños número siete de su hijo el día anterior. Los hombres están en Canadá por ocho meses en el año, y es razonable estar consientes de que no pasarán muchos cumpleaños junto a sus familias. Pero Netali dice que él y su hijo hablan por WhatsApp todos los días, y que cuando él regrese a Oaxaca, toda la familia irá a un restaurant a celebrar su llegada y todos los cumpleaños.
Padre de una niña de ocho años y un niño de cinco, Gerónimo dice que cuando él regresa a casa, sus niños sólo quieren jugar con el sin parar. La conversación se vuelve un poco incómoda para él, Gerónimo dice que su estrategia para aguantar no ver a su familia es cerrar sus pensamientos: no pienso. Aunque su enfoque se descontrola cuando su esposa le dice que lo extraña. Él ha tomado esta decisión, por sacrificio, para ellos, y tiene que aguantar.
Una preocupación que los trabajadores comparten es la de enfermarse o lastimarse, o que alguien de su familia se enferme o se lastime. Incluso fuera del contexto de la pandemia, este miedo lo tienen muy presente, de que pueda haber un accidente, o una enfermedad que los detenga de estar con sus familias o que nunca vuelvan a ver a un miembro de su familia. Ellos describen esto como un riesgo que ellos toman cada año, un riesgo que no se toma a la ligera.
Como muchos de los hombres son el único soporte económico para sus familias, alguna pérdida de trabajo debido a un accidente o a una enfermedad aquí en Canadá sería algo devastador. Cada temporada que no se hacen realidad estos miedos es ganancia.
Intercambio cultural-con India
Cada año, al final de la temporada, los patrones en el viñedo organizan una cena de celebración. Irónicamente -el grupo no ha experimentado ningún intercambio cultural significativo entre México y Canadá- esta noche, los trabajadores mexicanos y sus colegas de India comparten un festín multicultural donde comparten platillos inspirados en su hogar. Algunos de los platillos de la India, admite Netali, son picantes.
De acuerdo con Netali, los trabajadores de la India son residentes permanentes que operan la maquinaria y tienen puestos gerenciales. Cuando es cuestionado acerca de la comunicación entre ellos, Netali confiesa que el acento hindú hace que el poco inglés que comprende, desaparezca.
Esta peculiar realidad de los relativamente recién llegados de distintos antecedentes batallando para encontrar significados entre ellos en un escenario único como el del valle de Okanagan podría ser el comienzo de una buena obra de teatro, ¿o una serie de televisión?

México Soñada
Cuando la temporada termina, este grupo regresa a México, esto sucede a finales de octubre. El hogar aparece un poco más cercano al horizonte. Los hombres vuelven a retomar los trabajos que dejaron atrás y se reúnen con sus familias y amigos. Cuatro meses para reestablecerse en lugares conocidos acogidos por su culture, lenguaje, y comida, antes de volver a contemplar el viaje hacia el norte una vez más. Cornelio, por su parte, se la hace agua la boca pensando en la barbacoa y el pulque que son parte de la bienvenida que su familia prepara para él.
Por unaimidad, los hombres comparten la idea de que el capítulo de su vida que pasan en Canadá es parte de la legacía que esperan dejar: una mejor vida para sus hijos, una que incluye educación y una carrera. Para Raymundo el sueño es que sus hijos tengan una carrera professional, y que si en el futuro llegasen a venir a Canadá, sea para explorar y viajar, no para trabajar en los campos. Para Canadá el ser parte de un camino hacia un sueño no es poca cosa, ni tampoco el trabajo que hace Raymundo, Netali, Gerónimo, Cornelio y Alberto, y todo los trabajadores esenciales.
This piece was originally published in print in January 2022.